Industria 4.0, el futuro ya está aquí. Indiscutiblemente es
cierto, la mejora de la productividad por la vía de la mejora de la eficiencia
pasa por la utilización de todos los medios a nuestro alcance, y por lo tanto,
por el uso de las nuevas tecnologías. Por lo cual es un acierto la labor de
difusión, mentalización, e incentivación de las administraciones para evitar
que nuestro tejido industrial pierda este tren.
Lo que no acierto a entender es como, si son conscientes de
esa necesidad de modernizarse, no hacen una mínima reflexión introspectiva para
ver que sin duda son ellos los que más atrás se han quedado y que con urgencia
necesitan una profunda adaptación a estos nuevos tiempos para evitar seguir
siendo un pesado lastre para nuestro desarrollo social y económico.
La Administración 4.0 es ya una realidad. Se puede realizar
una pronta y fácil migración a un sistema inteligente que facilite y dinamice
la actividad del entorno. Abandonar el cálido refugio de la burocracia y
avanzar hacia una administración ágil, eficiente, que facilite la relación
administración/administrado no sólo es posible y sencillo de implementar, es
una necesidad. El objetivo de
cualquier gobernante debería ser dar
servicio a sus administrados, facilitando el desarrollo de sus actividades
económicas y sociales, y atender sus necesidades. Todo ello sin entorpecer,
retrasar y dificultar la prestación, control y mantenimiento de esos servicios.
A nadie se le escapa que una de las mejoras que genera lo
que los alemanes han llamado Industria 4.0 y los americanos denominan Smart
Factory es la interconectividad, algo de lo que claramente carecen nuestra
administraciones, siendo este el camino para establecer una correcta
colaboración entre instituciones que de una vez por todas haga fácil lo que
ahora es el farragoso, largo y caro
mundo de los trámites administrativos.
Desgraciadamente son numerosas las noticias de actividades
que emigran y servicios que se buscan en otros lugares que han sido capaces de
reducir las trabas y costes administrativos que genera aquí nuestra tradicional
burocracia, lo que supone un freno más a los esfuerzos por salir de esta dura
crisis. Todo ello es el resultado de la falta de ideas y de conocimiento del
entorno que demuestran nuestros políticos, los cuales se esfuerzan en buscar
recetas para otros, cuando son las instituciones que ellos dirigen uno de los
principales inconveniente al dinamismo que toda económica necesita.
Ante informes internacionales que nos señalan como un país que dificulta la realización de
negocios, en vez de implementar soluciones, lo único que hacen es crear otro
organismo dedicado a recoger sugerencias, al tiempo que proclamamos los
esfuerzos para atraer inversión foránea. Lo lógico sería que antes de
embarcarnos en la venta de las excelencias de invertir aquí utilizásemos los
medios que la tecnología actual nos proporciona para hacer que nuestra administración e infraestructuras
sean realmente eficientes y un aliciente para futuros inversores. Debemos dejar
de anteponer los intereses personales de aquellos que dirigen los distintos
organismos en aras de buscar la colaboración institucional, situar a los
funcionarios en donde realmente deben estar, haciendo aquello para lo que se
les ha contratado e impedir que se conviertan en una barrera más para que de
esta forma podamos convertir a nuestra administración en un motor y no, como lo
es ahora, en una rémora para el desarrollo, la modernización, la competitividad
y la recuperación de nuestra economía.