Cada vez que te
asomas a las noticias te sorprendes. Por muchas reflexiones que hagas, por
mucho que trates de comprender, los políticos no te dejan de sorprender. Es
cierto que en el pasado viviendo, como hemos vivido, situaciones más
favorables, “el todo vale” no contaba con la aceptación pero sí con el
desinterés de todos.
La situación ha
cambiado radicalmente y ahora hay demasiadas cosas, a las que están habituados
nuestros “representantes electos”, que cuanto menos chirrían.
Hace escasos
meses hemos tenido unas elecciones generales. Unas elecciones que se han
desarrollado en medio de una de las peores crisis que hemos vivido. Durante la
campaña los partidos tuvieron la oportunidad de presentar sus propuestas en
forma de “programas electorales”
El Partido
Popular tuvo en esas elecciones el respaldo a sus candidaturas, y
por lo tanto a su programa, obteniendo una amplia mayoría.
El partido
popular no ocultó la multitud de reformas que pretendía y del estudio de su
programa sale un amplio detalle de las mismas. Es cierto que las primeras
medidas que han tomado, una vez constituido el nuevo gobierno, son totalmente
contrarias a lo anunciado. A pesar de lo dicho, de lo repetido en múltiples
foros, procedieron a subir los impuestos. Esta flagrante mentira, no solo a su
electorado si no a todos los españoles, la han escusado en que la información
que tenían no era la correcta y que las cosas estaban mucho peor de lo que
imaginaban. Digan lo que digan, lo justifiquen como lo justifiquen, no es de recibo
realizar propuestas y promesas electorales que se incumplen el primer día de
ejercicio de las funciones a las que se presentan. Con total probabilidad
muchos, con responsabilidades similares, utilizaríamos soluciones parecidas
para aplacar los graves problemas de liquidez a los que apuntan las medidas
tomadas:
- Aumento de la presión impositiva sobre el IRPF y por tanto caja
inmediata por medio del incremento de las retenciones que se generan.
- Permisión, incluso yo diría invitación, a la Banca nacional a utilizar
los fondos baratos solicitados al BCE para adquirir masivamente deuda publica
en vez de, como sería deseable, destinarlos a la financiación de nuestro tejido
empresarial.
Si como decía,
este descarado engaño no se puede consentir y se debe criticar, no es menos
cierto que no parece lógico que la oposición, que no ha conseguido respaldo a
sus propuestas en las urnas, critique ahora la intención de realizar las
reformas que el partido de gobierno anunció en su programa electoral, cuando ni
siquiera se han puesto en práctica.
De la lectura de
programa del Partido Popular se extrae su intención de realizar una profunda
reforma financiera, necesaria para que nuestras entidades ganen credibilidad y
sean capaces de dar liquidez al sistema
para reactivar la actividad; de abordar una amplia reforma del mercado
laboral, que flexibilice las relaciones laborales y facilite la creación de
empleo; de promover la necesaria reforma del sistema educativo evitando que
dispongamos de 17 sistemas ineficaces diferentes y tengamos uno solo que sea
capaz de crear ciudadanos más preparados y eficientes; de la imprescindible
reforma de nuestro sistema judicial que consiga que obtengamos un sistema
independiente, justo, ágil y que sea realmente útil, y de la esperada reforma
de la organización del estado para que contemos con administraciones eficaces y
eficientes que no solapen sus competencias y que sirvan a todos los españoles
por igual.
La oposición
debería de ser custodia de que estas reformas se llevasen a cabo y prepararse
para realizar las aportaciones que crean importantes para mejorar la
convivencia de todos. Sin embargo el objetivo que expresó en su día el difunto
Manuel Fraga “seremos una oposición leal” nuca lo hemos alcanzado.
Mayoritariamente hemos tenido y seguimos teniendo políticos a los que solo les
importa el medio para conseguir el poder. En contadas ocasiones hemos podido
ver a nuestros políticos en la oposición aportando ideas o simplemente actuando
en positivo por el bien común. Sin embargo son habituales las críticas
gratuitas e infundadas y las malas interpretaciones de las actuaciones del
gobierno de turno, así como los mensajes engañosos.
Hoy más que nunca necesitamos que todos, los que han ganado las elecciones y los que no lo han hecho,
actúen con un amplio y generoso sentido de estado, que ese sentimiento de
servicio público del que tanto hablan se cristalice en una actuación
desinteresada por el bien común.
No estoy diciendo
que se renuncie a la labor de control al gobierno. No estoy diciendo que no se
critiquen sus actuaciones, pero no tiene sentido que se critique y cuestione a
alguien por hacer lo que ha dicho que haría. Lo razonable es esperar a que sus
medidas se pongan en práctica, proponer
mejoras y valorar los resultados, e incluso cuestionar los errores de los
planteamientos. Pero el no por el no, la crítica gratuita y partidista no
parece que ayude nada más que a sumir al país y a los que lo habitamos en el
desánimo, la preocupación y la falta de confianza.
Seria todo un lujo contar con politicos responsables y con sentido de estado y no con señores interesados en alcanzar los beneficios que les otorga el poder a cualquier precio.
ResponderEliminarAsí funciona la democracia en este país no se le puede pedir peras al olmo, políticos que prometan y que cumplan sus promesas no existen, porque si de verdad dijeran lo que realmente piensan o lo que van a hacer no los votaría ni Dios. También parte de culpa la tenemos los ciudadanos al no pedir más a nuestros representantes políticos y, por supuesto, la prensa por la tremenda desinformación en la nos mantiene.
ResponderEliminarhttp://conodeopinion.blogspot.com