lunes, 27 de febrero de 2012

¡LO HAN HECHO OTRA VEZ!



Titulo programa electoral PP elecciones generales 2011
Después de los desencuentros y la falta de consenso entre patronal y sindicatos el gobierno finalmente se decide a  presentar un decreto de reforma laboral. Una vez más el gobierno de turno no se molestó en alcanzar un acuerdo previamente con los interlocutores sociales y presenta otra reforma laboral sin consenso y por lo tanto con una terrible oposición.

Desde el mismo día en que se hace pública la reforma, se alzan numerosas voces protestando por el contenido de la misma. Ciertamente muchas de las críticas y oposiciones a la Reforma Laboral son justificadas ya que realmente, por su contenido, no se entiende que es lo que se pretende conseguir con las medidas que implementa el nuevo decreto.

La situación que estamos viviendo y el continuado deterioro que sufre, hace que las medidas que se deben tomar sean duras y agresivas. Algo a lo que están dispuestos los ciudadanos. Pero esto es una cosa y otra muy distinta es basar las medidas de incentivación a la contratación, en una pérdida total y absoluta de derechos por parte de los trabajadores y en otorgar un poder cuasi absoluto a los empleadores sobre la relaciones laborales. 

En mi opinión, una ley de este tipo no incentivará la contratación. Cierto es que esto es obvio. Ninguna ley incentiva la contratación ni reduce el desempleo. Para conseguirlo se debe cambiar el ciclo económico y entrar en una senda de crecimiento. La legislación laboral sí puede ser determinante para reducir el ratio de crecimiento en el que el sistema es capaz de volver a crear empleo.

Dicho de otra forma, cuanto menor coste tenga y más flexible sea la resolución de los contratos de trabajo menor será el crecimiento necesario para la creación de empleo, aunque la duración de éste se volverá más sensible a las modificaciones del entorno introduciendo un mayor grado de volatilidad en la estabilidad laboral. Pero la nueva norma no llega a esos valores, manteniendo un coste que  no incentivará la contratación en crecimientos reducidos pero sí la inestabilidad laboral en escenarios como el que vivimos en donde la demanda de trabajo supera ampliamente la oferta, a la vez que se le otorga al empleador una amplia capacidad para modificar arbitrariamente las condiciones sustanciales de la relación laboral. Todo ello sin  olvidar que la falta de tutelaje administrativo, judicial o sindical generará un incremento de reclamaciones que judicializarán el sistema. Espero que no sea por esto por lo que se pretende que la justicia, hasta ahora gratuita, sea de pago.

Antes las innumerables voces críticas a la nueva reforma laboral, el gobierno argumenta simplemente que son tiempos duros en donde se deben tomar medias drásticas, sin mayor explicación de lo que pretenden conseguir con las modificaciones realizadas, que como ya  he dicho antes parecen muy alejadas del objetivo general de modernizar y flexibilizar el mercado laboral. 

Pero el principal argumento que ha utilizado recurrentemente, el presidente del gobierno y todos sus altavoces, es que  una gran mayoría de Españoles les respaldan y les han votado en las urnas para que hagan estas reformas. Esto es falaz. A la vista de esto lo que deberíamos pedir todos los Españoles es un marco regulatorio en donde los políticos tengan responsabilidad sobre sus promesas y sobre el resultado de sus gestiones.

El Partido Popular prometió en su programa electoral una Reforma Laboral. Una reforma laboral basada en la flexibilización de la negociación colectiva, la simplificación de la contratación,  la incentivación de la creación de nuevo empleo, la adecuación de la cotización, la desaparición del fraude y de las barreras para la aceptación del empleo, la conciliación de la vida familiar y laboral. Pero sobre todo en varias respuestas, a preguntas directas y por escrito, Mariano Rajoy dijo que pretendían una reforma laboral que "facilitase la contratación y no el despido". A la vista de lo promulgado y de las explicaciones que han dado, parece que nos encontramos ante otro flagrante engaño al electorado. Otro engaño que no tiene justificación a escasas semanas de su llegada al poder.



miércoles, 1 de febrero de 2012

COHERENCIA POLÍTICA


Cada vez que te asomas a las noticias te sorprendes. Por muchas reflexiones que hagas, por mucho que trates de comprender, los políticos no te dejan de sorprender. Es cierto que en el pasado viviendo, como hemos vivido, situaciones más favorables, “el todo vale” no contaba con la aceptación pero sí con el desinterés de todos.

La situación ha cambiado radicalmente y ahora hay demasiadas cosas, a las que están habituados nuestros “representantes electos”, que cuanto menos chirrían.

Hace escasos meses hemos tenido unas elecciones generales. Unas elecciones que se han desarrollado en medio de una de las peores crisis que hemos vivido. Durante la campaña los partidos tuvieron la oportunidad de presentar sus propuestas en forma de “programas electorales” 

El Partido Popular tuvo en esas elecciones el respaldo a sus candidaturas, y por lo tanto a su programa, obteniendo una amplia mayoría.

El partido popular no ocultó la multitud de reformas que pretendía y del estudio de su programa sale un amplio detalle de las mismas. Es cierto que las primeras medidas que han tomado, una vez constituido el nuevo gobierno, son totalmente contrarias a lo anunciado. A pesar de lo dicho, de lo repetido en múltiples foros, procedieron a subir los impuestos. Esta flagrante mentira, no solo a su electorado si no a todos los españoles, la han escusado en que la información que tenían no era la correcta y que las cosas estaban mucho peor de lo que imaginaban. Digan lo que digan, lo justifiquen como lo justifiquen, no es de recibo realizar propuestas y promesas electorales que se incumplen el primer día de ejercicio de las funciones a las que se presentan. Con total probabilidad muchos, con responsabilidades similares, utilizaríamos soluciones parecidas para aplacar los graves problemas de liquidez a los que apuntan las medidas tomadas:

- Aumento de la presión impositiva sobre el IRPF y por tanto caja inmediata por medio del incremento de las retenciones que se generan.
- Permisión, incluso yo diría invitación, a la Banca nacional a utilizar los fondos baratos solicitados al BCE para adquirir masivamente deuda publica en vez de, como sería deseable, destinarlos a la financiación de nuestro tejido empresarial.

Si como decía, este descarado engaño no se puede consentir y se debe criticar, no es menos cierto que no parece lógico que la oposición, que no ha conseguido respaldo a sus propuestas en las urnas, critique ahora la intención de realizar las reformas que el partido de gobierno anunció en su programa electoral, cuando ni siquiera se han puesto en práctica.

De la lectura de programa del Partido Popular se extrae su intención de realizar una profunda reforma financiera, necesaria para que nuestras entidades ganen credibilidad y sean capaces de dar  liquidez al sistema para reactivar la actividad; de abordar una amplia reforma del mercado laboral, que flexibilice las relaciones laborales y facilite la creación de empleo; de promover la necesaria reforma del sistema educativo evitando que dispongamos de 17 sistemas ineficaces diferentes y tengamos uno solo que sea capaz de crear ciudadanos más preparados y eficientes; de la imprescindible reforma de nuestro sistema judicial que consiga que obtengamos un sistema independiente, justo, ágil y que sea realmente útil, y de la esperada reforma de la organización del estado para que contemos con administraciones eficaces y eficientes que no solapen sus competencias y que sirvan a todos los españoles por igual.

La oposición debería de ser custodia de que estas reformas se llevasen a cabo y prepararse para realizar las aportaciones que crean importantes para mejorar la convivencia de todos. Sin embargo el objetivo que expresó en su día el difunto Manuel Fraga “seremos una oposición leal” nuca lo hemos alcanzado. Mayoritariamente hemos tenido y seguimos teniendo políticos a los que solo les importa el medio para conseguir el poder. En contadas ocasiones hemos podido ver a nuestros políticos en la oposición aportando ideas o simplemente actuando en positivo por el bien común. Sin embargo son habituales las críticas gratuitas e infundadas y las malas interpretaciones de las actuaciones del gobierno de turno, así como los mensajes engañosos.


Hoy más que nunca necesitamos que todos, los que han ganado las elecciones y los que no lo han hecho, actúen con un amplio y generoso sentido de estado, que ese sentimiento de servicio público del que tanto hablan se cristalice en una actuación desinteresada por el bien común.

No estoy diciendo que se renuncie a la labor de control al gobierno. No estoy diciendo que no se critiquen sus actuaciones, pero no tiene sentido que se critique y cuestione a alguien por hacer lo que ha dicho que haría. Lo razonable es esperar a que sus medidas se  pongan en práctica, proponer mejoras y valorar los resultados, e incluso cuestionar los errores de los planteamientos. Pero el no por el no, la crítica gratuita y partidista no parece que ayude nada más que a sumir al país y a los que lo habitamos en el desánimo, la preocupación y la falta de confianza.