domingo, 15 de enero de 2012

AGENCIAS DE CALIFICACIÓN


Desde la toma de posesión del nuevo gobierno, semana a semana nos han bombardeado con nuevas medidas; medidas que en muchos casos no figuraban en el programa electoral de las elecciones generales. Hasta el punto de que alguna Presidenta Autonómica las ha rechazado y ha manifestado su desacuerdo, amenazando con no aplicarlas en el territorio que gestiona.

Probablemente los españoles en nuestros años de democracia nos hemos acostumbrado a que las campañas electorales sean un mercado “persa”, en el que cada uno dice lo que se le ocurre para ganar nuestro voto, cuyo objetivo, una vez conseguido, es utilizarlo para hacer lo que les parece sin ningún tipo de responsabilidad, ni sobre lo que prometieron  primero, ni sobre el resultado de su gestión después. Prueba de esto es que después de haber dicho por activa y por pasiva que no nos subirían los impuestos, lo hacen y además incidiendo sobre las rentas del trabajo y por si fuera poco también fomentando la congelación de éstas. Pocas voces críticas se han levantado y las que lo hacen, lo  hacen de una forma tímida y seguramente avergonzados por el terrible desastre de su gestión.

Pero lo más preocupante de todo esto es que unas empresas privadas, tres empresas privadas, las denominadas empresas de calificación, aquellas que han sido responsables directas de la crisis de confianza que generó la actual crisis financiera, que ha dado origen a la situación actual, son las que, no se sabe con qué interés, desestabilizan una y otra vez países y mercados, con comentarios fuera de lugar y no dando, como en el caso actual de España, ni siquiera la oportunidad de que las medidas ya tomadas y que los planes, que todos deseamos tenga el actual gobierno, se lleven a cabo para valorar sus resultados.

Además, sorprendentemente, estas empresas funcionan de una forma aparentemente coordinada, arremetiendo una y otra vez contra los mismos objetivos, siempre en los momentos menos oportunos. En una situación de la que en buena parte son responsables, tanto por inacción como por el retraso de sus valoraciones en el pasado e incluso por sus continuos errores de análisis y criterio, los mercados se muestran temerosos y reaccionan ante cualquiera de sus comentarios. La actual es una situación de tremenda inestabilidad, un terreno abonado para las actuaciones de los especuladores, en el que estas agencias sueltan una y otra vez sus perlas, amenazando  la recuperación y estabilidad con total y absoluta impunidad, sin saber a qué intereses defienden, haciendo con sus valoraciones, avisos de revisión, y calificaciones que todo se desestabilice, y que las medidas tomadas, por muy adecuadas que resulten, lleguen a fracasar antes de ser puestas en práctica.

En el mundo de reformas al que nos estamos asomando, creo que debería acometerse una profunda revisión del mundo de las valoraciones y de las empresas de calificación. La situación actual no sirve a nadie. Los inversores a los que pretenden asesorar ya no dan valor a sus calificaciones, simplemente reaccionan cuando una de estas notas es negativa, bien por prudencia o para mejorar sus remuneraciones. Después de lo sucedido en el pasado reciente ya nadie hace caso de sus notas, simplemente como todo analista, se protegen o aprovechan de las señales de debilidad que con acierto o no identifican.

2 comentarios:

  1. Lo realmente curioso es que son los valorados quienes pagan las facturas de los valoradores. Quizá la pregunta que debamos hacernos es ¿a que intereses sirven nuestros gobernantes que consienten que las valoradoras desestabilicen el sistema con total impunidad y, además les pagan las facturas por ello?.
    ¿Nos hemos aburguesado tanto que ya no nos queda un mínimo de espíritu de lucha?, ¿realmente nuestros sindicatos representan a la mayoría obrera?; ¿dónde está el movimiento de indignados que tanta guerra dió en la precampaña electoral?. Los perjudicados somos los de siempre, los pobres y la maltratada clase media ¿sienten los políticos que tienen patente de corso para hacernos pagar sus choriceos durante décadas y su ineptitud para poner un mínimo de sentido común a la gestión de lo público en defensa del bienestar de todos?, ¿realmente votamos en las urnas pensando en ello?.
    Si nuestros abuelos levantaran la cabeza se volverían a morir decepcionados de ver somo sus sucesores hacen dejación de sus derechos y tiran por la borda años de lucha y padecimiento para conseguir el estado del bienestar del que, hasta hace bien poco gozabamos. LAMENTABLE.

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  2. Cuando se impuso a Gracia y a Italia gobiernos de tecnocratas se realizaron comentarios para todos los gustos. Pero lo cierto es que son las agancias de calificación las que con sus valoraciones estan gobernando realmente. Países como Alemania se aprovechan una y otra vez de esas valoraciones que sorprendentemente se dirigen siempre contra los mismos.
    Todo ello invita a pensar que nos están usurpando nuestros derechos, el derecho de un pueblo a gobernarse. Por eso debemos tratar de cambiar las cosas, de regenerar la sociedad civil y la vida democratica, pero no es solo cosa de indignados ni movimientos que permitan que intereses distintos se aprovechen de sus buenas intenciones, estos es algo que debemos hacer todos. El primer paso es concienciarse.

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